¡Hola Fini!
¿Alguna vez has sentido que “te lo mereces” después de una semana intensa y terminas comprando algo que no necesitabas?
En nuestras decisiones financieras diarias convivimos con dos fuerzas: las necesidades y los gustos. Ambas son parte de la vida, pero entender la diferencia puede marcar un antes y un después en tu bienestar financiero.
Lo que realmente necesitas
Las necesidades son esas cosas básicas que nos permiten vivir y mantenernos funcionales: alimentación, vivienda, salud, educación, transporte, seguridad.
Sin ellas, nuestra estabilidad se ve afectada.
Por ejemplo: pagar la luz o el agua no es opcional; son parte del cuidado de tu hogar y tu bienestar.
El problema aparece cuando confundimos comodidad con necesidad.
“No puedo vivir sin mi café del día” o “necesito ese celular nuevo porque el mío ya tiene dos años”.
¿De verdad lo necesitas o simplemente te has acostumbrado a tenerlo?
Los gustos, esos pequeños placeres
Los gustos son los que nos hacen disfrutar el presente. Nos dan alegría, motivación y color a la vida.
Y eso está bien —de hecho, son necesarios para mantener un equilibrio emocional y evitar sentir que “solo trabajamos para pagar cuentas”.
El reto está en el cuánto y el cuándo.
Un gusto puede ser una cena especial, unas vacaciones, un detalle personal. Pero si se repite sin control o sin planificación, deja de ser un gusto y se convierte en una carga.
Y aquí es donde entra una reflexión importante:
A veces, los gustos se transforman en lujos —especialmente cuando nos alejan de nuestras metas o comprometen nuestro ahorro.
Una forma práctica de diferenciarlos
Antes de gastar, hazte tres preguntas simples:
- ¿Lo necesito para vivir?
- ¿Podría postergarlo sin que afecte mi calidad de vida?
- ¿Me acerca o me aleja de mis metas financieras?
Si respondes con honestidad, descubrirás que muchos “gustos” pueden esperar o incluso desaparecer.
Equilibrio, no sacrificio
El objetivo no es vivir en restricción, sino en conciencia.
Puedes darte gustos, claro que sí, pero que sean elegidos, no impulsivos.
Cuando gastas con intención, el dinero se convierte en una herramienta para disfrutar, no en una fuente de estrés.
Te dejo una frase que escuché en algún lado de la internet y que me ayudó a reflexionar sobre este tema:
Un gusto que no puedes permitirte, deja de ser gusto y se convierte en lujo.
Nos vemos Fini!
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